Por un momento pensé que todo había acabado.
Solamente hacia falta una tarde solitaria y una habitación vacía para que todo por lo que he trabajado se perdiera.
Volví a caer en la misma trampa.
De verdad pensé que esta vez era solo un juego, que ibas a parar y volveríamos a la normalidad: tu, con ella y yo, sola. Pero no. Tomaste la riendas y me dejaste muy en claro que me todavía me deseabas.
Durante unos instantes viajamos al pasado, volvimos a nuestras viejas costumbres; los labios se juntaron y los cuerpos volvieron a conocerse. Rompimos todas barreras y las cenizas volvieron a arder.
Cuando regresamos a la realidad ya no quedaba nada que hacer. Lo hecho estaba hecho.
Te sentías culpable y yo confundida pero ya ninguno quería borrar lo que ocurrió.
Volvimos a encontrarnos ese mismo día, seguimos cometiendo errores y una parte de mí que no conocía salio a a la luz.
¿Sabes una cosa? Vi su foto en tu teléfono mientras te vestías; y me reí. No suelo tener este tipo de malicia en mí, pero la sentí invadir mi cuerpo y cuando me vi en el espejo tenia en el rostro una sonrisa.
Nunca quise ser la otra mujer de nadie, detesto las infidelidades pero ahora soy yo quien las comete y sinceramente, no puedo esperar al próximo encuentro.
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